…esto es lo que pasó. La siguiente conversación ha sido traducida del inglés (cancaneado) para su conveniencia.
– Buenas, vengo a vacunarme.
– ¿Puede enseñarme sus documentos?
– Ay, fíjese que no tengo carnet ni carta de aval del partido.
– ¿Cuál partido?
– El FSLN. Es que en el consulado me dijeron que aquí no los dan, solo en Nicaragua, con el Secretario Político de mi trabajo o de mi barrio.
– Aquí no necesita el aval de ningún partido. Y ese partido no existe aquí.
(«Eso cree usted», piensa el nica)
– ¿Entonces, necesito aval del partido demócrata?
– ¿Por qué necesitaría el aval del partido demócrata?
– Ideay, ¿no es ese el partido del presidente Biden?
– Sí, es el partido del presidente Biden, pero usted no necesita aval de ningún partido. Ni del demócrata, ni del republicano.
– ¿Todavía existe el partido republicano?
– Claro que sí, ¿porque no habría de existir?
– Porque Trump perdió las elecciones, y si uno no es presidente, no es nada.
– No, el partido republicano existió antes de Trump, y existirá después (el gringo cruza los dedos).
– Y entones, ¿cómo hago para vacunarme? Estoy posando en el garaje de mi tía, que vive en Sweetwater, y ahí no hay CLS.
– No se que es eso, pero si tiene licencia de conducir, con eso basta.
– ¿De plano?
– De plano (Toma los datos). Pase con la enfermera.
* * * *
(La enfermera le hace señas al nica para que se siente)
– Lo mejor es ponerla en el brazo que no es dominante. ¿Usted es zurdo o derecho?
– Zurdo, siempre zurdo. Toda mi familia es zurda. Mi papá era zurdo histórico.
– Pero lo vi firmando con la derecha.
– Es que si no digo que soy zurdo, me corren del trabajo.
– No creo, señor, pero usted manda…
– Espere, madrecita…¿Donde esta mi cámara?
– ¿Cuál cámara?
– Pues, la cámara de televisión.
– Ah, esas solo vinieron el primer día, para hacer un reportaje sobre la apertura del centro de vacunación.
– Entonces, ¿me filmo yo solito y mando el video al grupo de Wassap del partido demócrata?
– ¿Para qué?
– Pues, para que vean que cumplo con el requisito de darle gracias al presidente Biden y la vice presidenta Jill.
– Espere, espere….primero, Jill Biden no es la vice presidenta.
– ¡La sangre de Cristo! ¿Se divorciaron? Y tan felices que se veían…
– No, siguen casados. Pero ella no es la vice presidenta. La vice presidenta es Kamala Harris.
– Ahhh…¿así se llama “la sucursal”? El Comandante Daniel tiene varias, pero no sé que cargo tienen…
– No sé que quiere decir…ella ganó la candidatura porque era la mejor candidata. Y tiene su marido.
– Ustedes me confunden….¿por qué la esposa del presidente no es la vice presidenta?
– Ah, porque eso sería una ofensa mayor contra la democracia. Nepotismo, tráfico de influencias…nosotros tenemos nuestros problemas, pero por lo menos, nunca hemos llegado a esos niveles de corrupción.
– Pero, ¿el Comandante Biden no va a pensar que soy malagradecido, si no le doy las gracias?
– No es comandante, y no va a pensar que usted es malagradecido. Ni cuenta se va a dar. ¿Por qué habría de darle las gracias?
– ¿Ideay?…¡pues porque me pagó la vacuna!
– El presidente Biden no pagó la vacuna de nadie. Esa la pagaron los contribuyentes.
– ¿Los contribuyentes del partido demócrata?
– No, los contribuyentes son los ciudadanos que pagan impuestos.
– ¿Eso es como la contribución al partido? Es que soy pobre exiliado, y no puedo pagar nada.
– Aquí le ponemos la vacuna a ricos, clase media y pobres. No le preguntamos cuanta plata hace. Y nadie paga nada….No puedo seguir hablando, señor. ¿Se va a poner la vacuna, o no?
– Viera que la pensé, doñita, porque a los nicas como que no les da el coronavirus. Allá salen no uno, sino varios ministros de salud a decir que solo hay un caso a la semana, si acaso.
– Eso es mentira, señor. Suena como negligencia criminal de un gobierno que trata de hacer creer a su pueblo que son los niños más especiales del barrio. Alrededor del mundo llevamos 149 millones de casos y más de 3 millones de muertos. Es estadísticamente imposible lo que le dice su gobierno.
– Dele pues…no le quiero hace un desaire a usted, que ha sido tan fina. ¿Me puedo tomar una selfie mientras me jinca?
– Como usted quiera…
(Lo inyecta) (¡Flash!)
– ¡Que rápido! Ni lo sentí. Casi se me pasa, las foto.
– Puede que le de algunos síntomas leves, y que le duela el brazo en el lugar donde lo inyectamos. A la salida le dan la cita para la segunda dosis, en cuatro semanas.
– ¿Y la recarga?
– ¿Cual recarga?
– La recarga para mi celular. ¿No ve que voy a circular la foto que me tome en mis redes, con el hashtag #Vacunado? Allá en Nicaragua, a mi primo que trabajaba en un Troll Center de Telcor, le disparaban cien pesitos a la semana, para recargas.
– Su país es extraño, señor…tenga. Aquí tiene una calcomanía. Póngasela en la camisa, si quiere compartir la noticia de que se vacuno.
– ¿Si me da otra calcomanía, me tiene que poner otra inyección?
– ¿Para que quiere otra calcomanía?
– Para tener un detallito con mi tía, ¿no ve que me tiene posando en su garaje sin cobrarme?
– Tenga, llévese el rollo completo, y traiga a su tía para que se vacune también.
– No quiere, porque una amiga le dijo en Facebook que en la vacuna vienen unos robots pequeñitos con los que Bill Gates la va a controlar.
– Eso es mentira. Convénzala de que se venga a vacunar.
– Voy a tratar, doñita….¡Y qué viva el gobierno cristiano, socialista y solidario de Joe Biden!
– (Suspiro) ¡Váyase, por favor!
– Uy, ya está pues… para que vea que no soy rencoroso, ahí le traigo una fritanguita cuando venga por la segunda dosis.
(FIN)
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