A ver niños, siéntenseNN y pongan atención que este es muy probablemente el último módulo del posgrado Nicaragua Paz y Guerra. Después ya solo queda el examen, que por cierto lo vamos a hacer sorpresa, así que ni me pregunten que no voy a dar detalles.
Repasemos los conceptos importantes que hemos visto hasta ahora, antes de entrar de lleno al ejemplo de hoy:
- Violencia no, diálogo y negociación, sí.
- Guerra no, elecciones (verdaderas), sí.
- La cultura de paz y la construcción de ciudadanía se refuerzan mutuamente.
- Y ser ciudadano implica conocer tus derechos y responsabilidades. Exigir y comprometerse a que ambos se cumplan.
Con que se aprendan (así al tubo) estos conceptos, fácil se ganan el diploma. Ponerlos en práctica, como decía mi Mama cuando le preguntaba si podía quedarme con el vuelto: “no hijo, esos son otros 100 pesos”.
Estos son los enlaces el Módulo 1: «Abril 2018», Módulo 2: «Fin de los 80, elecciones del 90», Módulo 3: «Recontras, Recompas y Revueltos» y el Módulo 4: «El Maremoto, el Huracán y la Pandemia».
El acto de magia
Debo confesar que disfruto cuando de la nada, les saco del calcetín estos ejemplos de cultura de paz. Me siento mago de televisión, porque ustedes (buenos nicas que son), nunca se fijan en lo bueno de nuestra sociedad. Es más, se podría decir que en Nicaragua, los avances de la sociedad pasan desapercibidos.
Sí claro, en el momento los hablamos, los medios hacen su cobertura y quedan plasmados en los libros de historia. Pero nadie dice al final: “¡Muchachos felicidades! Avanzamos, somos ahora una sociedad más civilizada”.
Vean el botón muestra de hoy, sin duda la más grande demostración de cultura de paz de los últimos 10 años en latinoamérica. Solo las recientes elecciones de Venezuela le meten la mano, y si acaso. Pero vos, solo moves la cabeza y ni idea de lo que te estoy hablando.
La más grande demostración de cultura de paz de los últimos 10 años
Estamos hablando de las elecciones presidenciales del 2021. Las que Daniel Ortega y su mujer ganaron por una arrolladora mayoría de votos. Claro, cuando solo hay 10 votos, ganar con 8 es técnicamente una “arrolladora mayoría”. Pero no nos adelantemos, empecemos por el principito del cuento.
Según el papel higiénico que usan en la casa piñateada de Daniel Ortega, “La elección del Presidente y Vicepresidente de la República se realiza mediante el sufragio universal, igual, directo, libre y secreto”. Lo dice en su artículo 146. También dice “Serán elegidos quienes obtengan la mayoría relativa de votos.”
Los Ortega Murillo, a sabiendas de que ellos no iban a ser los de la mayoría relativa de votos, vieron en las elecciones del 2021, un pequeño contratiempo que debía resolverse de forma rápida y eficiente. Nicaragua, sin embargo, lo veía diferente.
En este posgrado hemos visto que a pesar de los obstáculos o las tentaciones, los nicaragüenses hemos logrado agarrarnos duro de la cultura de paz (vayan a leer los módulos anteriores, así de paso repasan para el examen). En el 21, los nicas queríamos revivir la gesta heroica del 90: salir de una dictadura con votos y no con balas.
Contra viento y marea, Nicaragua se aferra a la paz
Después de las masacres por la insurrección cívica del 2018, y el fiasco en que terminaron los 2 diálogos nacionales, Nicaragua vio en las elecciones del 2021 una oportunidad para volver a la luz de la democracia y la paz. No iba a ser fácil, pero la atracción de los nuevos (y algunos viejos) políticos con esa luz, era más fuerte.
En el 2021, con sorprendente facilidad surgieron media docena de candidaturas. Todas dispuestas a someterse a unas primarias, para luego ir todos unidos a repetir la hazaña de doña Violeta y la UNO en el 90.
Los Ortega Murillo, conscientes de que cualquiera de esos candidatos los arrastraba en unas elecciones verdaderas, hizo lo que todo hijo de Putin haría en esa situación: los echó presos a todos. Desde Cristina Chamorro, hasta Noel Vidaurre, todos los candidatos terminaron tras las rejas, acusados de cualquier cosa.
Luego convirtió al CSE en un baygón especial que en vez de matar zancudos, mataba todo partido político que NO era zancudo. A Ciudadanos por la Libertad por ejemplo, lo fulminaron en el aíre tan rápido, que doña Hello Kitty ya estaba en Costa Rica para cuando el cuerpo sin vida de CxL tocó el piso.
Prohibido hacer campaña y no se puede observar, ni cubrir
Además de eliminar las candidaturas y a los partidos de la oposición, en el 2021 se prohibieron las campañas políticas. Cuando en una actividad no sandinista comenzaba a llegar gente, la Policía se encargaba de dispersar a la multitud. Vos sabes, para evitar el COVID. Balas contra el COVID era el espíritu de la campaña.
También prohibieron la observación electoral. Ni la OEA, el Centro Carter o la Unión Europea fueron acreditados. Mucho menos Ética y Transparencia. Los medios internacionales tampoco recibieron invitación y a los periodistas nacionales, también los echaron presos o salieron huyendo del país.
Eso sí, permitieron la entrada de acompañantes y periodistas “amigos de la revolución” que vinieron a pasar las vacaciones electorales más alegres de sus vidas.
El dedo manchado o la calle
Los sandinistas nunca han sabido distinguir entre partido y gobierno. Para ellos, trabajar en el Estado es equivalente a ser militante comprometido con la causa de Sandino. Es decir, un voto a favor del patrón.
En el 2021 las instrucciones que giró el partido FSLN a los trabajadores del Estado trascendieron también a sus familiares. La orden era tomarse foto con el dedo manchado, o con la boleta marcada. Una foto por cada miembro de la familia. Luego mandarla al responsable o bien, pasar por las “casas de vigilancia”.
Una orden similar fue difundida entre los estudiantes de universidades públicas, especialmente los becados.
Operación repela
Otra estrategia de campaña del partido sandinista fue mandar a toda su militancia a la “Repela” el día de las elecciones. Así le llamaron ellos a recorrer las calles, casa por casa, para “motivar” a que todos los ciudadanos salgan a votar. No basta con “incentivar” a sus familiares, los sandinistas además tienen que “incentivar” a todos sus vecinos a votar.
Se filtró un plan de movilización a nivel local diseñado para los CPC, que incluía 3 rondas de visitas casa a casa, para darle duro con el “incentivo”. Los CPC visitaban a la gente beneficiada con los programas del poder ciudadano, y les recordaban que debían dar gracias al Comandante y la Compañera. Y los que no habían sido beneficiados, los militantes les prometieron que ahora sí les iba a tocar.
A todos presionaron. A las cooperativas de taxi y transporte colectivo, por ejemplo, los amenazaron que si no ayudaban con los votos para el Comandante, les retirarían sus respectivos permisos de operación.
El día de las elecciones
Así llegamos a las elecciones del 7 de noviembre. Con los candidatos opositores presos o exiliados, los partidos políticos desmantelados, los empleados del Estado amenazados y el resto de Nicaragua muy “incentivada” a salir a votar.
Aquella observación, digo acompañamiento electoral, alegre bailando al son del Comandante se queda. Cada vez que podían, agradecían a Daniel Ortega por haberlos invitado a pasar unos días maravillosos de relajación y esparcimiento.
A pesar de la represión informativa, nos dimos cuenta que en la mañana, las JRVs tenían filas. No todas, pero muchas. Parecía que el plan estaba funcionando. Pero en las calles de Managua, no había mucho movimiento.
Luego, gracias a Urnas Abiertas (un equipo multidisciplinario de expertos que observa, investiga y fiscaliza todo lo relacionado a las elecciones), nos dimos cuenta que las filas se fueron disipando.
En cambio, comenzaron a salir los reportes de anomalías: boletas que llegaban marcadas, actas alteradas, fiscales expulsados, en fin, los sandinistas haciendo lo que los sandinistas hacen.
Ganó Daniel Ortega
Al día siguiente, el Consejo Supremo Electoral se atrevió a nombrar ganador indiscutible a su patroncito y a su mujer. Con más del 75% de los votos a favor, Daniel Ortega había ganado su quinta banda presidencial.
Según datos del mismísimo CSE, votaron el 65% de los nicaragüenses aptos (un universo de casi 4.4 millones).
Eso es poco común en Nicaragua, sobre todo en elecciones presidenciales. Luego, Urnas Abiertas nos reveló que la situación era aún más grave.
El número de abstención que Urnas Abiertas midió fue entre el 79% y el 84%. Para promediar lo dejaron en 81.5%. El cual es un número generoso, porque a como ellos mismos explican en su documento metodológico, ellos contaron a todo aquel que entró a la JRV, independientemente si votaron o no. O sea que en todo caso, la abstención pudo ser aún mayor.
O sea que 85% o más de los nicaragüenses aptos para votar, le dijo NO a Daniel Ortega. Unos 3.75 millones. ¡Que paro, ni que ocho cuartos¡ Esa sí fue una masiva demostración de poder ciudadano.
O visto de otra manera, solo 660,000 votaron en estas elecciones. Y de esos, solo el 75% votó por Daniel Ortega. Con todo y fraude.
Nicaragua votó por la paz y la democracia
Hay varias formas de ver las elecciones del 2021. Una es la del CSE, que dice que el Patrón ganó con una arrolladora mayoría del 75%.
Otra, la que les traigo yo como ejemplo de Cultura de Paz en este 5to módulo del Posgrado, es la de la mayor manifestación de civismo en la historia de Nicaragua (y una de las más grandes, por lo menos en latinoamérica). En un país de casi 4 y medio millones de votantes, 3.8 millones votaron con su silencio. A pesar de toda la presión de parte de la dictadura y las repercusiones a las que iban a ser sometidos (que sí hubieron muchas), los ciudadanos… Nicaragua, se manifestó en paz. Sandinistas y no sandinistas demostraron que sí saben lo que es democracia. Y que lo que hay en Nicaragua, no se le parece ni un poquito.
Sientanse orgullosos muchachos ¡Vamos avanzando!
Creanme, vean como le fue al censo este año. Otra vez, miles, millones, Nicaragua entera dijo NO.
Nos vemos en el examen.
Pueden ver la versión en video aquí:
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