…si y solo sí, ese proyecto era «darle vuelta a la bolsa de valores de China».
Bueno, no realmente. Hasta donde sabemos, Wang Jing operó solito en una trama que hoy culminó con su expulsión del mercado de valores de China.
Si los Ortega-Murillo sirvieron para algo, fue para ponerle carnada a uno de los anzuelos que Wang «El Fantasma» utilizó para dejar llorando a mas de 100 mil accionistas de Xinwei.
Entonces, ¿el «Gran Canal» sirvió para algo?
¡Esa es una manera de verlo!
Miren, mis queridos tres o cuatro lectores…la economía no es lo mío. Si lo fuera, no estaría escribiendo en Bacanalnica – este es tu momento para ir al final de la página y donar -. Así que no me tomen la palabra. Pero como buen ciudadano del siglo XXI, soy perro al Google, y escaneando medios internacionales, descubrí varias cositas.
Primero, que nuestro hombre en Shanghai utilizó el proyecto del canal – o más bien, la noticia sobre el proyecto – para atraer inversionistas a su grupo corporativo, Xinwei. Según Nation World News Desk, durante los dos años posteriores a la firma del tratado contrato …¡perdón!…la Ley del Gran Canal, el caramanchel del Tio Wang llegó a valer mas de 31 mil millones de dólares, y entró en el índice de las 50 mejores empresas de la SSE (Shanghai Securities Exchange).
¡A pues sí! ¡Wang es un súper-duper-ultra-millonario!
Bueno, por lo menos, por un ratito.
La bonanza de Xinwei convirtió al chino favorito del Carmen – lo siento, Embajador Jaime Wu – en billonario, a él y tres inversionistas más de su grupo. Pero ese status no fue para siempre. Resulta que Wang hacía unas maniobras que sonrojarían hasta al director del INSS (o quizás, los inspirarían a buscar otras maneras de estafar a los nicaragüenses).
Wang fundó una subsidiaria de Xinwei en Cambodia. Esa subsidiaria le cotizaba una orden de $466 millones a la empresa madre. Y la empresa madre ponía esa orden de garantía colateral para pedir un préstamo de $466 millones del Banco de Desarrollo de China.
¡Clase de jiu-jitsu estafador!
Estrategia «llamarada de tusa»
Si ustedes creían que éramos los niños especiales del Tio Wang, están muy equivocados. Además del «Gran Canal» de los sueños febriles de Masacrín, el empresario vendía otros proyectos faraónicos.
Por ejemplo, fundo una compañía llamada Beijing Skyzone Aviation, para comprar un fábrica de motores de aviación en Ucrania. Lo que se ganó fue unas sendas sanciones económicas de Estados Unidos, de esas que ponen a patalear a la Vieja Arrimada™ (Marca registrada Bacanalnica).
Otros «grandes proyectos» que le atraían inversionistas: un puerto de aguas profundas en Crimea, y una compañía constructora de satélites espaciales basada en Israel. Pero quizás el más tuani de todos sea este: algo que Wang llamaba «la red de información del aire y el espacio». Saquen lápiz y papel, que van a tener que hacer un diagrama para entender.
Según Wang, él iba a fundar una compañía que en un plazo de tres años, iba a construir un cohete capaz de poner en órbita a cuatro satélites de un solo viaje. Y para el año 2019, tendría 32 satélites en órbita alrededor de la tierra, formando…¡¡¡LA RED DE INFORMACIÓN DEL AIRE Y EL ESPACIO!!!
Ese maje se inspiraba para inventar proyectos viendo a los villanos de las películas de James Bond.
Cuando Laureano conoció a Wang…
Existe una leyenda urbana que dice que la linda relación de Wang con nuestro país empezó cuando se encontró a Laureano en el bar de un aeropuerto, y el Baby Masacrín le habló del mítico canal interoceánico de Nicaragua. Viendo los «proyectos» que el empresario promovía, es fácil ver cómo identificó una nueva «oportunidad de negocios». Y la dictadura, siempre ávida de un buen golpe de imagen, se fue de boca haciéndole una «ley» para que dispusiera de todo el territorio nacional.
Vos sabes, estilo Tratado Chamorro-Bryan, pero «solidario».
Pero claro…el «Gran Canal» nunca pasó de ser un camino polvoso de unos cuantos metros. Los cohetes nunca despegaron, los satélites nunca entraron en órbita…eventualmente, los bancos y los accionistas se avisparon, y al amigo Wang le cayó todo el peso de la ley (o todo el peso de la ley que el Partido Comunista de la China permite).
¿Y ahora?
Pues, ahora, Xinwei ha sido expulsada del mercado bursátil y 100 mil inversionistas quedaron colgados de la brocha. La empresa se fue marcando $2,300 millones en negativo…quizás porque Wang vendió temprano. En el 2017, cambió suficientes acciones para llevarse a casa $1,600 millones en efectivo. Y como no es mal brother, también le hizo a la seña a tres broderes más.
¿Los demás accionistas? ¡Salados, pescados!
Desconocemos si los Ortegas Murillos fueron estafados o beneficiados. Si usaron sus (nuestros) reales para invertir en Xinwei…perdieron (perdimos) más que el Canal.
Lo cierto es que con esta noticia, ya queda claro, por si había alguna duda, que el «Gran Canal» va al panteón de los fracasos de la dictadura, junto con la refinería «El Supremo Sueño de Bolívar», el satélite estelar, la aerolínea Blue Panorama, y la carrera de cantante de ópera de Laureano.
¡Que contrariedad! Con razón el hombre estaba perdiendo el pelo. Menos mal que fue a Rusia a ponerse unos injertos express. Y de paso, quizás le tiró la contenedora al Tío Vladimir para que venga a hacer un canal interoceánico a Nicaragua. ¡Ya esta lista la ley!
Por lo menos, hay una buena noticia….Jaime Wu vuelve a ser el chino favorito de Daniel y Rosario. ¡Enhorabuena, Embajador!
No es por nada, pero me late que Wang Yin ya tiene cédula nicaragüense y peligroso, inmunidad diplomática.