Por mucho que un periodista se esfuerce, a veces las circunstancias conspiran para convertirlo en noticia. De ser un testigo, un mensajero de la realidad, se vuelve el sujeto de la historia. Ahora, le esta pasando por segunda vez a Carlos F. Chamorro, director de Confidencial y Esta Semana. En vez de firmar un artículo, él es la noticia de portada.
Otra vez que tiene que salir del país para poder seguir haciendo su trabajo. La primera fue a inicios del 2019. Antes, como ahora, un violento e ilegal ejercicio de fuerza anticipó las intenciones de la dictadura.
Crónica de un asalto anunciado
Cualquier persona que ha tratado de contar el número promedio de anillos que Rosario Murillo lleva en los dedos de la mano – no juzguen, es mi trabajo – sabe que si por algo se destacan los Ortega Murillo, es por ser unos exagerados. Sobornan a un maje con una lámina de zinc, y para ellos es una gloriosa victoria que rivaliza con la Batalla de San Jacinto – «¡Clase de epopeya!» -. Por eso mandan a 50 policías, adonde hubiera bastado con dos. O mejor aún, donde no tenían que mandar a nadie, porque ningún delito se ha cometido.
Imagínate lo que gastaron en viáticos, para una de las misiones más inútiles en la historia de esa desvirtuada institución (que si leen el recuento que hicimos hoy más temprano, ha mejorado). Es inútil porque Carlos no ha cometido delito alguno, aunque los dictadores y sus sicarios legislativos se hayan sacado unas «leyes» de ese lugar donde el sol no brilla, para criminalizar cosas tan comunes como la cooperación internacional, la disensión y el periodismo.
Pero claro, la remonta autoritaria contra los periodistas ya se veía venir, desde que armaron una «investigación» contra la Fundación Violeta Barrios de Chamorro, que durante años promovió el periodismo independiente en Nicaragua. Saquearon por segunda vez la redacción de Confidencial. Subieron la parada cuando secuestraron por segunda vez a Miguel Mora. Y un día después, secuestraron a Miguel Mendoza, cronista deportivo y amigo cercano de la comunidad de Bacanalnica (los 4 lectores pues).
Ya que tengo su atención, sepan que exigimos la libertad inmediata de los Migueles M, y también de todos los demás presos políticos, secuestrados por el «buen gobierno» del «Comandante» Daniel, y la «Compañera» Rosario.
Ahí me disculpan el exceso de comillas. Ya parecen las arrobas de la «compa». Es que esta dictadura ha metido un subtexto de mentira en casi todas las palabras de nuestro idioma: «investigación», «leyes», «traición», «patria»…con ellos, nada significa lo que significa en el mundo real.
Prohibido reportear, solo repetir
El verdadero problema que personas como Carlos, los dos Migueles y tantos otros practicantes del periodismo representan para la dictadura, es que no operan cómo cajas de resonancia de las propaganda oficial. Son, pues…periodistas. De los de verdad.
Para los Masacrines, el ideal es el «Chele» Grisby, quien todos los días profesa amenazas y acusaciones espurias desde la radio que le regalaron. La camisa de pirata que usa de uniforme no es un accidente, es un ejercicio freudiano de revelación personal. La semana pasada, se lució lanzando acusaciones contra periodistas independientes.
¡Hasta Bacanalnica alcanzó terminación! Puede que sea un miembro relativamente nuevo en el equipo, pero puedo dar fe de que George Soros, y ningún otro representante del imperio, nos ha dado miles de miles de dólares – ¡George! ¡Llamanos, maje! Si ya tenemos el color, no cuesta nada hacerlo oficial… -.
Algunos periodista acusados rápidamente pusieron en evidencia la falsedad de las «pruebas» que los oficiosos empleados de la dictadura presentan. Elizabeth Romero, creadora del blog Obrera de la Tecla, desbancó los «documentos» que «Tu Pirata, Rosario, Soy Yo» mostraba como prueba.
Spoiler alert: las «pruebas», básicamente, son montajes mal hechos, que ni siquiera coinciden en datos tan básicos como la fecha de fundación de los medios acusados. Parece que el equipo de periodismo investigativo del Chele Grisby esta conformado por un sapito que despidieron de Bolonia Printing por inepto, volando merengue en una computadora clon, con una licencia pirateada de Photoshop.
Lean el reporte de Obrera de la Tecla aquí.
No hay realidad que valga
Como Grisby tiene antigüedad, a él le dieron una radioemisora. Moises Absalón Pastora es un recién llegado, y por eso, solo le tocó un programa en la televisión estatal, nivel Anabel Galeano. Denle puntos extras porque aunque solo repite las mentiras oficialistas, les da valor agregado con su florido vocabulario, y esa voz de locutor de Radio Mundial antes del Terremoto del ’72. Si las voces tuvieran aroma, la suya olería a naftalina.
Su alcance será limitado, pero se recompensa con creces. Los periodistas de Divergentes acaban de publicar un recuento de como el régimen premia a sus propagandistas directa e indirectamente, en un esquema que también beneficia a los príncipes Ortega-Murillo. Pastora ha recibido más de 1 millón de córdobas en un año, proveniente de instituciones públicas listas para invertir en publicidad, en un programa que nadie mira.
Pueden leer el artículo de Divergentes aquí.
Confesión de parte
La buena noticia es que la propaganda es tan burda, que cualquiera puede identificarla como tal. Y hay suficientes periodistas de verdad ejerciendo el oficio dentro y fuera de ese atribulado triángulo de tierra que llamamos Nicaragua. Ahora, otra vez, Carlos Fernando pertenece al segundo grupo.
No pretendo ser imparcial. Le digo «Carlos», porque somos amigos. Trabajé con él por 20 años como productor de Esta Semana. Y desde el 2019, sigo produciendo La Última Mirada News para el programa desde el exilio. La familiaridad no le quita sus méritos. Me alegra saber que esta seguro, y me alegra que podrá seguir haciendo su trabajo en relativa paz y seguridad.
Una vez más trataron de callarlo, pero no pudieron. No pudieron, ni podrán.
Supongo que por repetir ese lema, ¿nos van a dar unos anuncios de ENEL?
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