Entre todos los PHDs que adornan la pared de mi humilde casa con pixina (Willis), hay uno que tengo tapadito con un calendario de esos que regalan las librerías de Managua en diciembre. Es buen escondite porque nunca nadie vuelve a ver el calendario, por lo horrible, lo ilegible y lo poco fiable (todos los meses tienen 31 días, hasta febrero). Solo mis 4 amigos más cercanos saben que abajo de ese calendario está el diploma de hacker, con mi nombre escrito así m4nu3l d14z d3 b4c4n4ln1c4.
Aja pues, tío Bacanalnica «el hacker»
Vos sabes que a mi no me gusta dármelas, me dicen Timi por lo tímido, pero en este caso es cierto. Yo soy un maje tan hacker, que perenne los otros medios (los de verdad) me viven entrevistando para que les diga si algo en realidad fue hack o si fue invento del maje encargado para que no lo corrieran el día que se le olvidó apretar un botón. Como será, que cuando mi teclado se le borran las letras, yo no necesito comprar uno nuevo, porque ya me sé de memoria donde está cada botón.
Con todo esto lo que quiero decir es que cuando se trata de hablar de grandes filtraciones electrónicas, que le mueven el piso al país entero, yo estoy en una posición privilegiada para hablar al respecto. En otras palabras, Bacanalnica siempre tiene las exclusivas más tecnológicas y cibernéticas de Nicaragua. Rieguen la bola.
Media página y no has empezado con lo de la filtración
Uy cha’alo, no aguantas nada vos. Esto es lo que los periodistas llaman «relleno», porque la noticia alcanza en una línea. Es una técnica muy empleada en La Prensa y en el ahora extinto Nuevo Diario. Es como cuando en la fritanga te sirven una montaña de repollo para ocultar que te dieron 2 onzas de carne asada pellejosa.
Pero bueno, ahora que ya estás enjaranado, te voy a dar el gran análisis desde el punto de vista de hacker, sobre la filtración que conmocionó las redes sociales esta Semana Santa.
Por supuesto que estoy hablando de la filtración que sufrió la UNAB, de los candidatos a diputados. De manera prodigiosa «se filtró» en las redes sociales que la gente de la Unidad Azul y Blanco ya tiene listos a 92 piches para ocupar la nueva Asamblea Nacional, después que Daniel «El Masacrador de niños» Ortega pase al otro plano de vida en lo más profundo del infierno. Eso (lo de los 92 diputados) en sí mismo no es malo, si no fuera porque viene a avalar la narrativa de los que más critican a la UNAB. O sea que este episodio, lo que se dice bueno bueno, no fue para los de la Unidad AyB. Sobre todo porque al comienzo hasta lo intentaron negar. Luego, lo tuvieron que aceptar y ahora andan en todos los medios de comunicación diciendo que menos mal que los agarraron porque todo fue una confusión, pero que de todos modos ya aprendieron y lo van a hacer mejor. Todo super claro y para nada contradictorio.
La estocada final se las dio el padrecito Rolando Álvares ayer domingo, cuando desde su púlpito, en plena misa les hizo el llamado de atención de forma casi-directa, jashhtax #deesanadieselevanta #clasequemada.
Sobre la tecnología que usaron para filtrar la información de la UNAB, dos cosas te puedo decir: WhatsApp y Word. O sea que en una escala del 1 al 10 de los tipos de hacks, este es un -2. Lo hubiera podido hacer mi señora madre, que todavía me pregunta «si eso del premio es real», cada vez que un desconocido le manda un mensaje explicando (con muy mala ortografía) que al azar la escogieron ganadora de un millón de dolares y que solo necesitan que ella mande unos papales para hacer efectivo su premio.
Y para los que creyeron que iba a hablar de la filtración de Facebook
Pues no. Eso no nos incumbe.
En serio, la filtración de los datos de más de 500 millones de usuarios está organizada por país de origen de los usuarios, y Nicaragua no está incluida. Está Honduras, esta Costa Rica, pero Nicaragua, nel pastel, ni a los hackers les importamos. Más que todo porque esa información normalmente se vende en el mercado de negro de la dark web y pues… digamos que los nicas palmados no son famosos por lo mucho que compran.
Si bajas la lista de Costa Rica, vas a encontrar uno que otro usuario que dice vivir en Nicaragua (6 mil de casi millón y medio). Seguro cortesía de los crímenes de lesa humanidad de Masacrín, pues la información es del 2019, un año después de las masacres en Nicaragua. Pero ¿para qué queres saber el teléfono de alguien a quién ni conoces? Como dice mi cumiche de 3 años cuando le pregunto si ya cenó, para estar comiendo postre: «Viví tu vida papá».
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