El Primo Abecedario se confiesa: «No quiero que me deporten por lo que escribo (y porque amo Nicaragua)»

El Primo Abecedario se confiesa: «No quiero que me deporten por lo que escribo (y porque amo Nicaragua)»

En Bacanalnica puede escribir cualquiera. Y no me refiero solo a los foros (los cuales todavía están abiertos y funcionando, para esos que sienten que las redes sociales son muy farándula). Lo que quiero decir es que aquí aceptamos colaboraciones. De hecho, a lo largo de casi 20 años hemos aceptado cantidades industriales de contenido gratis- digo, colaboraciones de gente muy diferente. Antes eran promotores de eventos, fotógrafos y modelos. Ahora son escritores de la coyuntura socio-política del país (la famosa crisis, conocida en mi barrio como «Masacrín es asesino y violador»).

Uno de los más destacados colaboradores en esta nueva etapa ha sido el primo Abecedario. Aunque a decir verdad, ese es su apodo, porque su nombre es UHDPQNQDSNPQNLD. ¿Quieren saber qué significa? Sigan leyendo, porque esta vez el primo nos explicó porque en su última colaboración en vez de decir «vos», dijo «tu». Confieso que me sorprendí al conocer la historia completa.

Mi carta de amor a Nicaragua

Por UHDPQNQDSNPQNLD

Escribir y publicar en Bacanalnica es la manera que encontré, después de una búsqueda que duró meses, de aportar a los deseos de un mejor país. Se que es lo menos que puedo hacer, porque no hay manera de que yo le pague a doña Nicaragua la deuda que tengo con ella, una señora que se me antoja de delantal bordado, manos regordetas, oliendo a humo de fritanga y que me ha llenado la barriga, la mente, y el espíritu. Tanto es mi agradecimiento, que me salió hermoso el asunto.

Se también que publicar bajo seudónimo tiene sus ventajas y desventajas, pero también se que quien te lee tiene derecho de entender algunas cosas de esa decisión. Hoy les escribo sobre eso. Y de paso, gracias primo bacanal, te elegí porque soy de los que te leo desde que eras fotógrafo de quinceañeras y me identifico con el enorme público que arrastras, en cuyas manos está el presente y futuro de este país.

De migración hacia Nicaragua va la cosa, no al revés

Migrar, viajar, moverte, mudarte, regresar y volverte a ir; todo eso es un derecho. Pueden buscar el Articulo 13 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos. No me crean a mí, que ni valor tengo de poner mi nombre.

Hay una razón enorme para que migrar sea un derecho: pocas cosas te hacen más libre que la libertad de movimiento y el elegir donde vivir (valga la paradoja). Conocer el mundo y su gente, entender porque somos tan iguales y diferentes y saber apreciar todo eso, es un ejercicio de libertad increíble. Y de paso le agregas mucha dignidad a lo que ya eres y, si no es así, de seguro sigues viajando hasta encontrarla. Y la libertad y la dignidad estan entre los fines supremos de los Derechos Humanos.

Cuando migras buscas ante todo cosas como esas, aunque no seas consiente del todo de ello. Nadie se va del lugar donde nació si ahí eres libre y con dignidad. Lo más que haces es viajar, pero migrar es un acto al que llegas cuando estas al límite. Y migrar para siempre, como nos vemos obligados algunos, es decidir volver a nacer.

Todas las personas, o somos migrantes, o somos un producto de la migración de nuestros ancestros, o podremos estar necesitados de migrar por primera vez en algún momento. A veces el cambio es de solo unos cuantos kilómetros, pero vamos hacia una nueva realidad y que va a tener implicaciones para quien llega y para quienes te reciben. ¿Qué crees vos que me lees desde San José, Miami, Barcelona, etc.?

Yo soy migrante, vengo de una familia migrante, y educo a mis hijas para que no se queden quietas en el lugar que estan si este no les ofrece sus expectativas de libertad y dignidad. Soy el producto del movimiento y con gusto aporto a que el mundo se siga moviendo.

Yo soy migrante, y mi ADN sigue una ruta de cientos de años desde Islas Canarias y Galicia hasta Cuba, y de ahí se esparce por Estados Unidos, México, Venezuela, Puerto Rico, Costa Rica, Nicaragua y de vuelta a España, entre otros lugares.

Yo soy migrante, y he migrado a Nicaragua hace más de 20 años, lo que ha sido tiempo suficiente para ser legalmente Nica; pero me es imposible dejar de ser cubano-gallego-canario. Más allá de una cédula de identidad, yo trabajo por este país, pago impuestos en este país, tengo familia en este país, y me alegro y entristezco por lo bueno y lo “no tan bueno” que hay y que ocurre en este país. Todo ello de la misma manera que le ocurre a quienes son masayas, rivenses, costeños, leoneses, etc.

Yo soy migrante, y nunca he sido tan digno en mi vida como lo he sido en Nicaragua. Trabajo en un lugar donde apliqué y gané en un concurso público; tengo mi propia casa y que he pagado, hasta el último centavo, en conjunto con mi mujer; aquí estudié una maestría y aquí reaprendí de casi todo para poder vivir y trabajar en este país; aquí me muevo en mi propio carro; aquí he discutido a grito pelado de política; aquí he votado por primera vez en elecciones; aquí he visto a un pueblo llenando calles para reclamar libertad; aquí yo he colaborado (como he podido) con cuanta causa me ha parecido justa; aquí yo he llorado los muertos que han llorado los que me leen; aquí yo aporto con mi trabajó a que haya cada días más ciudadanía y menos clientelismo político; aquí estoy criando a dos hijas para que sean mujeres libres y dignas; aquí me soporta mi mujer (debe ser por amor, la única manera de hacerlo); aquí he sido, y aspiro de manera activa, a seguir siendo persona con libertad y dignidad.

Pero tengo “grandes problemas”, al menos ante los ojos de algunos. Son los mismos problemas que enfrentan todos los que migran, no voy por la vida sintiéndome desgraciado por semejantes nimiedades, pero es bueno hablar de ello. Migrar implica, sin querer, ir cayendo en un limbo donde los demás nunca te consideran lo suficientemente puro y auténtico, aunque ya casi no queda pureza y autenticidad en este mundo, y quienes se aferran a ello suelen ser tildados de chovinistas, nacionalistas y hasta de fascistas. Mis “graves problemas”, ante los ojos de los demás, son del tipo “¿cómo te van a gustar los frijoles negros?”; “tú no eres cubano porque no eres negro y no fumas”; “¿eres cubano de Cuba o de Miami?”; “no opines sobre política porque no eres nica”; “ya eres nica, así que deberías de apoyarnos en esto”; “¡¿De verdad no hay tortillas en esta casa!?, vaya pobreza”; “¿Por qué hablas tan alto?”; “no puedo creer que le tengas miedo a los cohetes y cachiflines”; “ no se dice “vos quieres”, se dice “vos queres””; “si no te gusta este país pues regresate al tuyo”; etc.; etc.; etc. Lo peor es que cuando voy a “mi país” me dicen “que raro hablas”, “¿por qué no te vas a vivir a Miami?”, etc., etc., etc.

Yo soy migrante, y se que todo eso es normal. Tampoco soy de los que aceptan calladito, pero procuro manejar la situación porque la migración nos hace ciudadanos del mundo, nos guste o no. El chicharrón del vigorón que reclamas como algo “puro nica” se hace de un cerdo que desciende de aquellos que nos trajeron los españoles hace más de 500 años; si vas a Canarias y Cuba conocerás el gofio, hermano gemelo del pinol; la marimba “tan nica” es africana y en Guatemala es considerada muy chapina; el vos, y de ahí el voseo, es de origen latín y de ahí paso al castellano o español, y de ahí nos lo dejaron en América y no solo en Nicaragua, de igual manera que nos dejaron el tu y todas las demás palabras que estoy usando para este escrito … y creo que es suficiente.

Y yo soy migrante, y eso no me hace ni mas ni menos que nadie, de hecho, soy tan migrante como lo eres vos (tu) o como lo serás algún día. Y el ser migrantes es parte de la búsqueda constante de nuestra libertad y dignidad, y no me canso de repetirlo. Y por eso, desde esa libertad y dignidad me he sumado, y lo seguiré estando, a la causa de la libertad y dignidad de toda Nicaragua.

Pero lo anterior incluye, inevitablemente, que no hay manera que escriba o hable como “nica de pura cepa”, pero puedes estar seguro de que si coincido con la mayoría en lo que es bueno para “nuestro país”. También implica de que firme este escrito como UHDPQNQDSNPQNLD, “un hijo de puta que no quiere decir su nombre para que no lo deporten”, porque yo me siento libre y digno, como la inmensa mayoría de Nicaragua, pero no soy pendejo para no saber que un gran problema, y ese si es de verdad, es que tengo nacionalidad adquirida y habría quien, sin ningún asco, es capaz de montarme en un avión y me regresa en dos horas al lugar de donde vine porque, más que “nica adoptado”,  soy solo un “chingaste” ante sus ojos. Y allá, de donde vine, si no hay manera de ser libre y digno escribiendo de manera anónima cosas como esta.

Yo te amo Nicaragua, y soy dichoso porque me hayas elegido y por haberte elegido yo a ti… ¿o a vos? … ¡a vos pues!