Creo importante que cada cierto tiempo, nos detengamos a recordar, que lo que pasa en Nicaragua tiene nombre: crímenes de lesa humanidad. Y más importante aún, está ampliamente identificado su autor: Daniel «El Masacrador de niños» Ortega.
Podemos pasar horas y días discutiendo, quiénes le ayudaron, propiciaron o simplemente no detuvieron a Masacrín en su actividad criminal, pero no nos enredemos, él genio criminal es él, nadie más que él.
Tan es así, que esta es apenas su segunda obra de arte. La primera es por mucho, la guerra civil de los años 80. Hambre, miseria y 50 mil muertos.
Según la Nicaragua de los 80, nosotros ahorita estamos charquito
¿Vos crees que ahorita hay represión? No has visto nada. En los 80 el Ministerio del Interior, jefeada por el Chaparro nefasto, rutinariamente sacaba gente de sus casas para desaparecerlos. Los sandinistas en esos tiempos usaban estrenos de cine para «reclutar» chavalos de 16 (o de 15, pero que ya se aguantan un AK) en el Servicio Militar Patriótico Obligatorio. Hugo Torres, hoy en día gran renovador del supuesto sandinismo bueno, era en esos tiempos uno de los encargados de mantener esa carne de cañón siempre lista.
Sin Internet y con mi tío Memo (Guillermo Rothschuh) siempre alerta con el machete de la censura listo para caerle a los pocos medios que quedaban. La libertad de expresión era tan real como el doctorado que le dio la UNI a Masacrín.
Y pues, de economía no hablemos, porque todavía me acuerdo de los posicles de 4 millones.
¿No nos podemos quejar pues?
A ver. Decir que antes estuvimos peor, no significa que ahora hay que agradecer al Comandante por ser tan bueno. Al contrario, les dije al comienzo de esta nota que la idea es detenerse a recordar con quién estamos tratando.
Toda la oposición podría unirse hoy mismo, la comunidad internacional podría apoyar todo lo que pidamos y aún así, Daniel Ortega podría simplemente seguir siendo el genio criminal que ha sido toda su vida.
Lo que quiero decir es que nada de lo que hagamos, puede detener a Daniel Ortega. Ni lo que hacemos bien, ni lo que hacemos mal. Él tiene en sus manos los 3 poderes del Estado, así como a la Policía, al Ejercito y a los paramilitares, todos bien armados y dispuesto a matar por él.
Las víctimas de la segunda etapa de la revolución sandinista
Otra realidad que deberíamos asimilar es que muerto es muerto. Los 500 muertos desde el 2018 están igual de muertos que los 50 mil de los 80. Y las familias los sufren igual. Cuando Masacrín mata a tu hijo, no es consuelo pensar en que por lo menos no mató otros 49 mil 999.
En la misma línea, cárcel es cárcel. Los que aún están presos por no querer un dictador gobernando Nicaragua no encuentran consuelo en las diferencias numéricas de la guerra civil. Ellos, al igual que los muertos, son las principales víctimas de esta segunda etapa de la revolución sandinista. Lejos de poderlos sacar, la única opción que tenemos los que estamos afuera es recordarlos y acompañarlos ahí dentro si nos ponemos muy al brinco.
Mentira, podemos hacer mucho, solo hay que unirnos
¿Vos sabes como a veces es frustrante ir al mercado y tener que preguntar por el precio de cada cosa? No sé por qué las marchantitas no simplemente le ponen papelito a todo.
Daniel Ortega en ese sentido es bien transparente. Nadie duda el precio que tiene para él el poder. Y si acaso alguien alguna vez no lo sabía, la operación limpieza se encargo de recordárselo.
Masacrín no va a soltar el hueso por las buenas. El Comandante ya mató 50 mil, luego 500, así que no lo pongan a prueba, porque balas le sobran.
O sea, es cierto que unidos, organizados y con disposición al sacrificio, podríamos presionar lo suficiente para que el animal este prefiera dejar el poder. Pero ¿quién va a ser el primero en poner el pecho? O mejor dicho ¿Quiénes van a ser los primeros mil? ¿O 10 mil? Como he tratado de aclarar a lo largo de esta nota, no estoy exagerando.
O sea que hoy venís a desmoralizar nada más, tío Bacanalnica
No niño, lo que quiero es que nos ubiquemos. Modulemos expectativas. No caigamos en la trampa de echarle la culpa al de al lado porque Masacrín no ha soltado los presos políticos. Eso es producto de la frustración, la impotencia. Es normal y lo entiendo. Pero eventualmente volvamos a la razón.
A todos nos duele ver a los presos políticos pudriendose en la Modelo. Más ahora que están en huelga de hambre. Uno no puede evitar sentirse culpable. Pero no perdamos de vista cuál es la realidad.
Los presos siguen ahí porque a Masacrín así le ronca. Así como cada muerto de ayer, hoy y mañana, también es gracias a la gran capacidad de matar de Daniel Ortega.
En este momento solo podemos arrancarle victorias pequeñas, que aparentemente no pongan en peligro su dominio sobre el poder. Me parece inteligente buscar cuáles son esas victorias que no parecieran peligrosas, pero que en el fondo sí lo son. Otro día si quieren discutimos cómo llegar a ese balance. Lo importante es no resignarse y quedarse haciendo nada.
Es correcto echarle la culpa al Trompudo de todo lo que pasa y es verdad, pero también es cierto, que junto a esa bestia, cargan un nivel de culpa similar el círculo de hierro que le rodea, le sustenta y lo sostiene. La cabeza principal de ese nivel similar es la Vieja arrimada esquizofrénica, cerebro de la masacre de abril y la represión de hoy, porque el boludo de Ortega hasta eso le deja de «responsabilidad» a la mujer. Bruja criminal a la par de los mandos de la polisilla, Porró, los dizque Secretarios Políticos etc. Está cerca el día en que rindan cuenta a DIOS y más cerca el día que sean juzgados por la Justicia. Saludos siempre y adelante, que esa nueva «ley», no es para vos.
Everth Rivas B.