Una de las razones por las que estoy con mi chaparrita es que a ella no la da miedo los chocorrones, las arañas y los gusanos con alas (mariposas). Es una virtud que a mi me gusta mucho, sobre todo porque vivimos prácticamente en el monte.
Así, cuando uno de esos animalitos de la creación quiere meterse conmigo, lo único que tengo que hacer es decirle a mi chavala en una voz calmada «¿tierna bella, me ayudas con este animal?». Y ella muy seria se encarga de la situación. O bien, lo que pasa realmente: yo pego un grito, salgo corriendo y ella burlándose me persigue con el animalito.
Muy diferente a este concierto donde un chocorrón acabó con todo:
Nunca me dejes chaparrita.
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