Después de lanzarme el podcast de Bacanalnica, donde don Enrique Saenz impartió una cátedra sobre economía que hasta un maje de UNEN puede entender, me animé a hacer este mi primer aporte al blog más influyente del Universo, con un resumen de lo que vos y yo debemos gracias a las bandidencias de Daniel Ortega. Empecemos por el número mágico.
Los nicaragüenses debemos 14.3 mil millones de dólares (y contando)
La deuda externa del país del indio viejo y el pinolillo llegó ya a los $14,300 millones. Ya antes habíamos tanteado las aguas de la morosidad extrema, pero eran otros tiempos. En los años 90, cuando la primera dictadura del Bachi entregó el gobierno a Doña Violeta, ella recibió un deuda externa de 11 mil millones de dólares. Todo el billete de esa deuda, era producto de la guerra. El que se debe ahora, es más bien producto de la falta de oxigenación cerebral de Daniel Ortega.
Solo hay que fijarse en los siguientes números para que aprecien con sus lindos ojos el despilfarro de dinero del compañero presidente de los pobres.
Cuando Alemán entrega el poder a Enrique Bolaños en el 2000, la deuda estaba en $6,000 millones. Es decir que se redujo a casi la mitad. Y cuando Bolaños lo entrega a la segunda dictadura de Masacrín, la deuda era de $3,400 millones solamente.
Cabe resaltar con tiza amarilla, que bajo el gobierno del Señor Bolaños, el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial (BM) le hicieron el vuelo a Nicaragua de perdonarle la deuda externa, bajo la iniciativa para los países pobres altamente endeudados (HIPC). La cuestión es, sin embargo, que el FMI y el BM le hicieron el vuelo a Nicaragua con la mano derecha y la izquierda sí se daba cuenta.
A lo que me refiero es que el FMI y el BM le «pidieron» al gobierno de Bolaños, hacer ajustes estructurales, reducir el gasto público y tomar otras medidas que a los nicas no nos cayeron muy en gracia. Como sea, la deuda se perdonó y estábamos bien. Muy bien, con apenas 3 mil millones en rojo.
Daniel Ortega vio la deuda externa baja y dijo «teneme la bicha»
Pero tuvo que llegar el que siempre la embarra: el Comandante de los sapitos sandinistas. Ya hasta parece que lo hace por joder.
Como Daniel Ortega juega a ser el líder de los pobres, se opuso en aquel entonces a la medida de reducir el gasto público. Le hacía creer a sus seguidores que el gobierno «neoliberal» de Bolaños no quería cumplir con sus obligaciones.
Así pues, como el buen agitador, incitador y delincuente que es, llamó a su puchito de sapos —esos sí eran puchitos— a quemar llantas, buses y a poner tranques en las carreteras para oponerse a las medidas. Sí. Leyeron bien. TRANQUES. Tan mal que dice el maje que le caen. Como que es un poquito hipócrita de su parte.
Volviendo al muy endeudado presente
Dejando a un lado la breve historia, y para ponerle sal a la herida (o como dice don Enrique Saenz, vinagre), de los $14,300 millones en deuda externa, $5,000 millones corresponden a la cooperación venezolana, la que el partido, Ortega y sus compinches se echaron a la bolsa.
¿En concepto de qué? Pues aún no está claro. Pero todo apunta a que se trata del típico beneficio personal, político y económico. Y sabemos que son $5,000 millones de dólares porque lo dicen los reportes del mero Banco Central.
Muchos se preguntarán “¿Qué jodido tiene que ver la deuda externa conmigo?” Mucho, estimado lector. La deuda externa tiene que ver directamente con el bajín, con el arroz y los frijoles. Como cualquier otra deuda con un buen departamento de cartera y cobro, la Externa se tiene que pagar sí o sí. Y para pagarla a veces tenés que dejar de comprar otras cosas.
Cómo de afecta la deuda externa
Por ejemplo, cuando el cobrador del Gallo más Gallo te logra ubicar recién depositada la quincena, de pronto ya no te ajusta para la prima del televisor que querías comprar en El Verdugo, o para los zapatos del chatel, o bien, solo te lanzas tu respectivo pollo al caldillo una vez a la semana.
Lo mismo sucede con los gobiernos. Para pagar la deuda, muchos deciden recortar su gasto público. Otros eligen subir los impuestos para recoger más reales. Este es el caso del gobierno de Masacrín. Saben que con el gasto público pueden mantener sometida a la gente. Mientras le pueda dar gallinas cacrecas, chanchos quirinas y zincs viejos a su base, el Comandante tendrá una red de locos dispuestos a realizar crímenes en su nombre.
En el 2020, por ejemplo, el Estado de Nicaragua pagó $350 millones de deuda externa del presupuesto de la República. Esos reales y los del presupuesto salen, nada más y nada menos, que de los impuestos. Pero no solo del IR que te quitan por tu salario, también del IVA que te quitan por el consumo. Ahí va el impuesto que le ponen a la Coca Cola, a los frijoles y al queso (¿se acuerdan del queso?).
Aumentos salariales se vuelven invisibles por la inflación
Para cubrir esta carga, Daniel Ortega y su mujer se jactan de que han hecho incrementos salariales. Es común ver la constante propaganda que hacen en los medios oficialistas sobre los incremento a los salarios. Fijo también vas a poder ver al pobre señor o señora diciendo “grasias a mikomandante por este gran inkremento”.
Sin embargo, lo que no sale en esos medios es que la vida se está encareciendo cada vez más. La inflación no perdona y el salario mínimo no cubre ni cerca a la canasta básica.
En un año, la canasta básica ha llegado a incrementarse hasta en un 15%. Mientras que los salarios, lo máximo que crecen es un 3%.
Tanto que oímos hablar de la deuda externa y quizás ni le hemos prestado atención. Seguro muchos, incluyéndome, hemos llegado a pensar que esa vaina no tiene ni miércoles que ver con nosotros. Pero la cruda verdad es que la deuda externa tal vez no la miras, pero te golpea. Y el piñazo te pega duro, con huevos, frijoles y queso.
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