Entre nicas exiliados, siempre que empezamos a hablar de las barbaridades que hace Daniel «El Masacrador de niños» Ortega en Nicaragua, hay un momento de reajuste sobre las diferencias entre el sandinismo de ahora y el de los años 80. Sobre todo cuando en la conversación participa un exiliado de la «nueva ola». Es decir, alguien que no se exilió en los 80, pero sí entre el 2018 y el 2021.
Yo por ejemplo soy de la nueva ola de exiliados. Ya lo he dicho muchas veces, vengo de una familia combinada, hay tanta gente sandinista, como anti-sandinista. Gracias a esto pude vivir ambas experiencias.
Por donde lo vean, mi niñez fue privilegiada. No porque tuve vida de hijo de comandante (todavía me emociono cuando me tomo una Coca Cola), pero en contraste a los miles de muertos, exiliados, confiscados y demás victimas de la «primera etapa de la revolución», a mi me fue bien. Con limitaciones, confiscaciones, la familia separada, pero bien. No fui a la guerra (me salvé por un año) y no me quedé moto.
Los años 90 para mi fueron una etapa de curiosidad y aprendizaje. Uno de los primeros artículos que publiqué, todavía como adolescente, era una reflexión sobre si yo alguna vez había sido sandinista o no. La propaganda sandinista nos asignaba la etiqueta sin preguntarnos. El servicio militar obligatorio, no nos preguntaba si queríamos abstenernos de participar en una guerra civil mantenida en gran parte por el capricho de los sandinistas. Si vos estabas en Nicaragua en los 80, eras sandinista y ya. Aunque en la intimidad de tu hogar, bien quedito, vos repudiaras el rojo y el negro (como seguro hacen hoy en día miles de trabajadores del Estado).
Hago esta introducción para explicar (no para justificar) el reajuste mental que hacemos los que crecimos en la Nicaragua de los 80 a la hora de hablar de los sandinistas. Porque queramos o no, tanta propaganda, te llega. Si le lavó el cerebro al abuelo Carlos Tünnerman, un señor ya mayor, hecho y derecho, intelectual y muy preparado, ahora a nosotros, los chavalitos que aprendimos a leer con sus libros de AKs y Granadas.
Las semejanzas entre el sandinismo de los 80 y el de ahora
Al tío Sergio Ramirez le hicieron una entrevista ayer en La Prensa, en la que le preguntaron sobre este tema. Sin capear el bulto, el tío prefiere ahondar sobre las particularidades del sandinismo de ahora. A la hora de comparar, dice sin embargo, que el sandinismo de antes no tiene nada que ver con el de ahora. Es más, dice que el sandinismo acabó en 1990, con la presidencia de doña Violeta Barrios.
Yo, que ya hice mi reajuste mental, pienso de otra manera. Así que haciendo de cuenta que tengo al tío sentado en frente, voy a repasar todas las semejanzas que me hacen llegar a dicha conclusión.
A ver, empecemos por libertad de expresión. ¿Se podía criticar abiertamente al gobierno en los años 80? No. ¿Se puede ahora? No. Eso nos lleva a la segunda comparación: presos políticos.
¿Habían presos políticos en los años 80? Sí, claro, muchos. Más que ahora de hecho. Si vos criticabas al gobierno, te llegaba a buscar la Seguridad del Estado y te desaparecían. A veces eso significaba cárcel, a veces muerte.
¿Había libertad de prensa? ¿Los medios eran libres de publicar noticias? No, así como ahora, La Prensa y La Corporación vivían bajo amenaza de ser cerradas. Eran famosas las páginas censuradas de La Prensa en esos tiempos. Ahora ni periódico hay.
¿Habían exiliados? ¡UUUhh! Miles. Esa es la vieja ola, la que nos ha recibido desde el 2018, a los de la nueva ola. Ellos, que no sufrieron el bombardeo de propaganda sandinista por 10 años, rapidito te pueden ayudar a reajustar tu mente.
Así como antes te confiscaban tu casa o tu empresa por cualquier cosa contrarrevolucionaria, ahora los tomatierras (o el mismo gobierno) te dejan en la calle por golpista. Así que confiscaciones, antes y ahora, check.
Y la semejanza más importante de todas, la que para mi definitivamente sella el argumento, es Daniel Ortega y su discurso. ¿Quién era la cara del sandinismo de los 80? Pues Masacrín. El mismo que antes y ahora, justifica su represión, terrorismo y demás crímenes de lesa humanidad, porque según él está en guerra con el Imperio enemigo de la humanidad y sus serviles vende-patrias contrarrevolucionarios (vos y yo pues). Eso no ha cambiado nada… «ni tantito así».
Diferencias entre el sandinismo de los 80 y el de ahora
Esos que llaman «Orteguismo» al sandinismo de ahora. Generalmente tienen una memoria selectiva de lo que hacía el partido en los 80. Ellos prefieren enfocarse en las cosas buenas, como la jornada de alfabetización (una campaña de propaganda política, disfrazada de campaña educativa) o de las cosas «malas» que hacían los demás (como el apoyo financiero que daba el gobierno de Reagan a la Resistencia).
Obviamente, yo que ya pasé por el reajuste mental, no pierdo mi tiempo con esas «diferencias» cosméticas. De hecho, las pocas diferencias que veo entre el sandinismo de antes y ahora, las puedo resumir en una lista de 5 puntos:
- Antes podías sacar la bandera azul y blanco. Hoy vas preso.
- Antes, para salir del país, tenías que sacar visa de salida. Hoy todavía no, pero es mejor salir por veredas porque en migración puede que te quiten el pasaporte, si tenes Twitter.
- La inflación de antes rompía récords y la encases era nivel Cuba x2. Hoy en día no me hemos llegado a esos niveles, todavía.
- El poder antes era un negocio de 9 socios, dos de ellos hermanos (los de más poder). Hoy en día es un negocio familiar. O sea que pasamos de 9 semidioses caminando entre mortales, a una monarquía medieval. Como sea, el patrón, sigue siendo el mismo.
- Y la diferencia más importante de todas, antes había una guerra civil.
Lo triste es que todas estas diferencias, tienen potencial de cambiar a semejanza, si la cosa sigue igual. O sea que si fuera bus de Managua, no es que vamos en otra ruta, más bien, nos faltan unas cuantas paradas.
Estás enredado Bacanalnica, el sandinismo bueno sí existe
Ya he escrito varias veces en este prestigioso Blog, sobre esa distinción mítica entre el sandinismo bueno de antes y el malo de ahora. O sobre el orteguismo y el sandinismo. Como quien dice, estoy haciendo las de la fritanguera que hace enchiladas con las sobras de ayer. Digamos que la entrevista del tío Sergio, más la confiscación de la casa de Taiwán, me echaron sal en la herida.
Pareciera una discusión sin importancia en este momento, cuando todos los nicaragüenses estamos desesperados por salir de los sandinistas, otra vez. Independientemente de si fuimos o no, sandinistas en el pasado.
Pues sí, reconocer que el sandinismo equivale a todo lo que vemos ahora (porque es lo mismo que vimos en los 80) no va a cambiar nuestra situación, pero puede que contribuya a tender puentes y a encontrar soluciones. Dios sabe que eso es lo que más falta nos hace en este momento.
Y para los miles de ex-sandinistas que rechazan la comparación, porque ellos en sus corazones, sí se entregaron a una causa revolucionaria de justicia social y todas esas cosas. Pues, felicidades por tu mística revolucionaria. Pero tenes que entender que tus convicciones y tus sentimientos no determinan la naturaleza de una organización.
En realidad son las acciones las que determinan la naturaleza de una organización. Así que contame ¿Podes echar un vistazo a las acciones del sandinismo en los años 80 y decirme si ves semejanzas? ¿Cuántas? Si te es muy difícil, conozco a algunos miles de nicaragüenses, viviendo en el exilio por 40 años o más que te pueden ayudar.
Tal vez vos sí te creíste el cuento del hombre nuevo, pero eso es más merito tuyo que del sandinismo. Así como ahora, hay sus cuantos sapitos bien intencionados que siguen defendiendo a su Comandante porque es el único que vela por los pobres de Nicaragua. ¿Suaviza eso tu sufrimiento como exiliado? ¿Te da alguna esperanza de cambio en Daniel Ortega?
Tío Bacanal, de acuerdo con que tanto en los 80 como ahora el Frente Sandinista es responsable de los abusos que mencionás. Pero con lo que no estoy de acuerdo es en usar eso para marginar a los miles de ex Sandinistas que han dado, y quieren seguir dando, la lucha contra esta dictadura. Eso es como querer apartar a las bases del PLC sólo porque su dirigencia practicó la corrupción en su gobierno y sus líderes ahora siguen en complicidad con el tirano. Esas divisiones artificiales sólo ayudan a la dictadura.
¿Quién los está marginando? Este (y los artículos anteriores que he escrito al respecto) solo buscan como aclarar lo del sandinismo. No es una condena universal de las personas. Basta con no querer defender a la organización terrorista conocida como FSLN, para ganar el argumento.
Siempre que uno de estos personajes de los ochenta abre la boca, ya sea Sergio, la Mónica, incluso los de más bajo perfil como el Modesto, me pregunto… quien mejor que ellos que tuvieron a Ortega pegado a las costillas por tantos años, para conocerle todos los recobecos de sus andanzas…y se quedan callados. Nunca lo han desnudado ante la gente. Moises dejó entrever ciertas cosas en su libro del Malinche. Será que si comienzan a decir cosas, ellos mismos se meten en clavo?
Cuál es ese libro, me interesa
Manuel, absolutamente de acuerdo con tus planteamientos, eso de andar romantizando el sandinismo de los ’80 como lo hacen la Gioconda Belli y en cierta medida la Sofía Montenegro, para mí es deleznable, vos lo pusiste con mejores palabras:Tus convicciones y tus sentimientos no determinan la naturaleza de una organización.
Yo no creo en excluir de la lucha contra la dictadura a los Sandinistas arrepentidos tipo UNAMOS, pero antes hay que hacer varias cosas para ganarse el perdón del pueblo, 1. Un mea culpa público de todos los errores que cometieron, 2. Si tienen propiedades piñateadas tienen que pagarlas con su dinero y no con el erario público, 3. Comprometerse a tratar de no volver a romantizar el sandinismo Nunca más y apoyar su proscripción por eterna memoria como el nazismo.
Me parece razonable tu planteamiento. Ahora bien, sería importante escuchar la contrapropuesta del otro lado. Siempre y cuando no sea el clásico «es que eso es orteguismo, no sandinismo» tal vez podríamos llegar a un nuevo acuerdo de cómo fue realmente la historia