¡Pobrecita la compañera! Es que ni una noche libre se puede tomar. El lunes 23 de agosto, Daniel Ortega apareció solo en el 41 Aniversario de la Cruzada Nacional de Alfabetización, sin la Siempre Redundante y Arrimada a su lado. Por una noche, ¡la mujer se desarrimó!
Nicaragua entera contuvo la respiración. ¡Esto nunca pasa! Nosotros mismos caimos en el juego de la especulación. Lean nuestra teoría sobre la Vieja Desarrimada aquí.
Es fácil reírse del afán micro-administrador de la Compañera, especialmente cuando está tratando de encausar los discursos divagantes de su consorte. Pero su ausencia en ese evento ahora deja bien claro cuan necesaria es.
Dictadura versus Iglesia
Para nadie es un secreto que la dictadura está en guerra con la Iglesia Católica. En cada aparición pública, el dictador y la dictadora ripostan contra los sacerdotes, con acusaciones de altura, demostrables por la ciencia y la tecnología forense, como por ejemplo, «son hijos del demonio». Los ataques solo han servido para levantar una ola de solidaridad con los padrecitos.
«¡Hijos del demonio! ¡A pues somos hermanitos!» – dijo Laureano.
Sentate, Laureano.
Asuntos de familia
Pues bien, el día de la cruzada, aunque no viniera al caso, Ortega sacó una anécdota de su historia familiar, para dar más evidencias de que los curas no son de fiar.
«…Mientras los señores obispos, yo conocí cuando era muchacho a los señores obispos. Incluso un tío abuelo, Marco Antonio Ortega, fue el primer obispo. ¿Y cuál es la hazaña de Marco Antonio, del obispo…fue el primer obispo de Nicaragua. ¿Y cuál fue la primera hazaña? ¡Hacerse complice del régimen!…
Daniel Ortega, 41 Aniversario de la Cruzada Nacional de Alfabetización
Les dejamos los gramática torturada, para que tengan la full experiencia Masacrín. Excepto que ustedes leen ese párrafo en 10 segundos. Ortega lo estira a 10 minutos.
¡Clase de bombazo!
¡Imagínense! ¡El Comandante tuvo un tío abuelo cura! ¡Y era cómplice del régimen! Me va a dar algo…
Ortega le saca los trapos sucios a la familia para darle sustancia a sus acusaciones vagas, absurdas e infundadas. ¡El Comandante sabe, porque los tiene de parientes!
Pero quedan demasiadas preguntas en el aíre…¿Exactamente cuáles curas son «hijos del demonio»? ¿Y cómo les sabe la paternidad? ¿Vio la partida de nacimiento? ¿Lo invitaron al bautizo? Y que hizo el Tío Abuelo Marco Antonio, para avergonzar tanto a su descendencia revolucionaria?
Vamos por partes…
Primero, ningún padrecito es «hijo del demonio». Ni siquiera Neguib Eslaquit, Eddy Montenegro o Antonio Castro, los curas oficiales de la dictadura, son «hijos del demonio».
Esos solo son moralmente reprochables.
¿El primer obispo?
Segundo, Marco Antonio Ortega no fue «el primer obispo de Nicaragua».
En este reportaje de El Nuevo Diario, el historiador aficionado Mario José Borge comparte una lista de los obispos de Nicaragua, donde figura como el más antiguo Francisco Ulloa Larios, nombrado el 19 de Octubre de 1880 y consagrado el 3 de Abril de 1881. La lista completa está aquí.
El tio Marco Antonio Ortega no está…¡porque no existe!
(Pausa dramática)
¡Le cambió el nombre al tío abuelo!
¡Sias caballo!
¿Qué distancia hay de «Marco Antonio Ortega» a «José Antonio Lezcano Ortega»?
Ese es (creemos) el obispo al cual Ortega se refiere, que tampoco es «el primer obispo» de Nicaragua. Es el primer obispo de la Arquidiócesis Metropolitana de Managua, nombrado el 10 de Diciembre de 1913, y consagrado el 3 de Mayo de 1914. Es decir, 33 años después que Ulloa Larios.
¿Ven porqué la compañera no puede faltar? Como que la estoy viendo, cuchicheándole al marido para que recule y corrija el error sobre la marcha.
Pero claro, la relación de la Compañera Rosario con la historia y la genealogía es caprichosa, también. Le ha sacado un montón de kilometraje a su supuesto parentesco con Augusto C. Sandino, al extremo de decir que uno de sus hijos es «la reencarnación de Sandino». También atesora su conexión con la homónima Rosario Murillo, tristemente célebre por hacerle la vida imposible a Rubén Dario.
¡Quizás sí están emparentadas las Rosarios! Noto un patrón de conducta…
Se las tira de «Garza morena», pero es realidad es ‘Urraca parlanchina». Si querés prueba de ello, trata de escuchar uno de sus monólogos de mediodía.
La trama se complica…
Y justo cuando estábamos listos para archivar este episodio como otra ridiculez de los Ortega Murillo, los colegas de Confidencial contactaron a una fuente lista para corregir el record histórico que el dictador trata de reescribir según su conveniencia.
¡No hay peor cuña que la del mismo palo, amiguitos!
Un par de semanas después de que Masacrín y sus cajitas de resonancia acusaran a Humberto de «vendepatria», «golpista», «lacayo del imperio» y otras hierbas aromáticas, el otro Comandante Ortega encontró la oportunidad de desquitarse aunque fuera un poquito.
«Mi abuelo Marco Antonio era pariente del monseñor. Y mi abuelo dio clases a Anastasio Somoza García, vínculo que sirve (al abuelo) para interceder por mi padre Daniel Ortega Cerda, para no ser fusilado por soldados GN en 1934, al descubrirse la relación e intercambio de cartas de mi padre con el General Augusto César Sandino»
Declaraciones de Humberto Ortega a «Confidencial», Agosto 25, 2021
Pueden leer el artículo completo aquí.
¡Marco Antonio Ortega existe! Y no es el Tio-abuelo, sino el abuelo de Daniel Ortega. Y a cómo pueden ver en esta interesante anécdota compartida por Humberto, la cercanía con los dictadores y el tráfico de influencias es maña vieja en esta familia.
Así como la dictadura administra favores para comprar voluntades…el abuelito Ortega le fue a pedir un volado de vida o muerte a Anastasio Somoza. Que no matara a su hijo.
OK, se disculpa porque iban a matar al futuro padre de Daniel y Humberto, por andar de amigo por correspondencia de Sandino. Suerte que ahora el General de Hombres Libres reencarnó en uno de los hijos. Ahora solo le tienen que pegar un alarido para que venga, en lugar de tener que mandar una carta. ¡Y no queda evidencia de nada!
En resumen, Ortega confundió el nombre de su abuelo, con el de su Tio-Abuelo. La memoria del Comandante no es lo que solía ser. Nunca pensé que iba a decir esto, pero…¡Compañera Rosario, por favor…no lo vuelva a dejar solo! De pronto le declara la guerra a Costa Rica por algo que nunca ocurrió, pero que él recuerda.
Sarcasmo del más fino, Juan Carlos.