Después de la hecatombe nuclear, solo sobrevivirán las cucarachas y Daniel Ortega. Hay que ver como el dictador tiene una capacidad aparentemente inagotable para sobrevivir. Apartando la misteriosa enfermedad que lo obliga a desaparecer por semanas enteras en su casa de habitación/sede de partido/antesala del averno, no hay crisis que no lo oxigene. Ya ven, vino una maldita pandemia a poner de rodillas al mundo entero, y a él le sirve para generar ingresos. Saquen números de cuanto cobra por vender las pruebas para el COVID-19 que le donaron…y eso es solo lo que vemos públicamente. No en balde estaban felices cuando vino el coronavirus. ¿Se acuerdan de la marcha «El Amor en Tiempos del COVID»? Le iban a poner «Latrocinio en Tiempos del COVID», pero la Compañera dice que no sabe que significa esa palabra. Dice ella.
Eventos de distracción masiva
Si el evento no sirve para monetizar, pues sirve para distraer, que es igualmente valioso. Vean lo que está pasando con las elecciones. Después de desatar una ola de terror que por intensidad y mortalidad dejó chiquito a Somoza, Ortega se garantizó tres años en el poder, porque las elecciones son la manera mas limpia y menos violenta de mandar a un dictador al basurero de la historia. En cualquier país del mundo, medianamente civilizado, un gobernante que presida sobre el asesinato de más de 300 ciudadanos estaría automáticamente inhabilitado para gobernar, y sería separado de su cargo ipso facto. Ah, no. Aquí no. Porque suficiente gente baila el #DanielZekeda. Y de remate, todavía se lanza para reelección.
Tres años después de los primeros muertos, a 7 meses de que los nicas vayan a las urnas, la oposición no ha podido definir un candidato único. Y si por la víspera sacamos el día, las elecciones van a ser otra farsa. Claro, las OEA nos regalará una censura CON-TUN-DENTE, pero seguirá esperando a ver si se revierte el curso hasta el último momento antes de que cierren las urnas. Gracias, Almagro. Vieras que útil que es eso.
La comunidad internacional se rige por los principios de la institucionalidad, pero en Nicaragua, la institucionalidad es como el zombie #45 en una escena multitudinaria de «The Walking Dead». Se murió hace rato, imposible saber cuando. Si no me crees, mirá como la Magistrada de la Corte Suprema de Justicia, Juana Mendez, reparte los carnets de los miembros de la Unidad de Victoria Electoral de Malpaisillo. Ya sabes, los majes que se van a robar tu voto.
Los «Danieles» versus CNN
A como demostró científicamente el prixito fundador de este legendario medio de comunicación, el poder de los «Danieles» es letal. Ya sabés que son…esas divagaciones en que Ortega se enfrasca para confundir y cansar. Por eso, él y la Chayo se llevan tan bien: ambos ponen de rodillas al idioma español. Él, balbucenado. Ella, desatando una incontinencia verbal que quita el aliento. Al final, el efecto es el mismo. Los dejan hacer lo que quieran con tal que se callen.
En Nicaragua, la semántica mata. Eso, y la vaguedad. En una histórica entrevista de Andres Oppenheimer, el periodista argentino confrontó a Daniel Ortega con una foto de sus paramilitares. El intercambio entre los dos no tiene desperdicio.
– Oppenheimer: ¡Acá tiene paramilitares con la bandera de su partido!
– Ortega: Eso no es paramilitar.
– Oppenheimer: ¡Están encapuchados!
– Ortega: ¿No has visto encapuchado a la gente de la derecha?¿No los has visto encapuchados? Los primeros encapuchados fueron ellos. Luego, la gente, para poder defenderse porque los estaban asesinando, lo que han hecho es organizarse para defenderse. Y eso no es ser paramilitar. Coordinando su labor para la defensa de la vida. Para que no les quemen las viviendas, para que no quemen los sitios públicos como venían incendiando alcaldías, centros hospitalarios y todo esto.
– Oppenheimer: A ver si entiendo bien…usted esta diciendo que esta gente que vemos en esta foto, ¿son paramilitares…?
– Ortega: No son paramilitares, no son paramilitares.
– Oppenheimer: ¿Que son?
– Ortega: Son ciudadanos defendiendose.
– Oppenheimer: Defendiéndose con AK 47?
– Ortega: Yo no sé si esta foto, es una foto real…
Cara a Cara con Oppenheimer, CNN Julio 2018
Oppenheimer, como buen argentino, debe recordar con claridad el terror de las dictaduras militares, así que nada de esto le es ajeno. Igual, Ortega se tiro un Daniel. Sabe que la entrevista tiene un tiempo definido, que al meter al entrevistador en un callejón sin salida, tendrá que soltar un tema para pasar al siguiente. Sus capacidades para esquivar, divagar y enredar son poderosas. Igual queda en evidencia para el que quiere ver, pero sus artes oscuras le sirven bien para salir del paso. Para darles un poquito de contexto, esta es la foto que enseñó el entrevistador:
El antídoto para los «Danieles»
Pero hay un antídoto para los Danieles. De hecho, son dos. El primero es la realidad. Todos los nicas, hasta el más batracio, sabe que el régimen asesinó a ciudadanos indefensos. Claro, para estos especímenes no hay falla, porque creen, o simulan creer, la teoría del «golpe de estado». Y en la corrupta moralidad de estos sujetos, eso se castiga con pena de muerte inmediata. Sin juicio, ni nada. Pero se equivocan. No hubo golpe de Estado, y las ejecuciones sumarias son un crimen. Next!
El segundo antídoto es la memoria. Recordar. Quién hizo qué, que pasó a donde, cuando, como y porqué. Por eso, son indispensables ejercicios de documentación como el Museo de la Memoria fundado por la Asociación Madres de Abril. También el simple y cotidiano ejercicio de los medios de comunicación, que consignan en el récord declaraciones de amor y amistad como la que Brooklyn Rivera le hizo a su BFF, Lumberto Campbell. «¡No importa que estes del lado de Masacrín, LC…¡sos mi pofi! «
El arte, creada para consignar esa realidad y ayudarle a la gente a no olvidar, es también uno de esos antídotos para la niebla mental que los Ortega Murillo dispersan cada vez que abren la boca para hablar, o murmullar. El último hito en una larga cadena de nueva música de protesta es «Paramilitar», una canción rap de Erik Nicoya, acompañada de un videoclip que te va a refrescar la memoria sobre esos «ciudadanos defendiéndose». No es la primera vez que el prix rescata la música popular nica de las garras de los propagandistas del régimen. Denle «play» y «replay». Compártanla, repítanla, apréndansela. Hasta por Spotify le pueden dar. Ni perdón, ni olvido.
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