(Para Alvarito Conrado)
Abril es un mes cruel en buena parte del país. Hierba seca, árboles sin hojas, calor sofocante; pareciera que todo arde y, si, muchas veces todo arde de manera literal por los fuegos provocados para limpiar la tierra antes de las siembras inminentes.
Ese ardor es doble en las calles de Managua, León, Granada, Chinandega, Masaya o Rivas. El ardor es polvoso por allá por Somotillo, El Jicaral o Nagarote.
Arde en las selvas amenazadas, donde llueve casi todo el año, pero abril les recuerda que es un mes de ardores y les receta su dosis de calor sofocante que facilita los fuegos de quienes llegan desde el Pacifico con sus ardores mal entendidos y creyendo que, quitando árboles y criando vacas, van a calmar sus ardores de codicia.
Nicaragua arde cada abril. Pero es una energía que nos llena y prepara para lo que viene. Renegamos de ese ardor, nos quejamos y casi no nos damos cuenta de las señales que nos indican que esos ardores valdrán la pena. Las señales nos llegan en forma de explosiones amarillas y rosadas; son las flores del Cortés y los Robles, allá por Somoto y Boaco, son árboles sin hojas, pero repletos de flores y que en pocos días producirán millones de semillas listas para obrar el milagro de nuevas vidas.
Nicaragua arde cada abril y renace cada mayo. El ardor de abril se hace húmedo y más sofocante, nubarrones negros asoman a lo lejos, pasan de largo y nos dejan con ganas de lluvia. Hasta puede que tolvaneras se levanten, arrasen con techos mal clavados, nos dejen casi ciegos y rieguen por todos lados las semillas salidas de aquellas flores amarrillas y rosadas.
Y de pronto se obra el milagro, la lluvia cae en forma de goterones que levantan el polvo y que después enlodan Nicaragua desde Bilwi a San Juan del Sur, desde Bluefields a El Viejo.
Y Nicaragua renace cada mayo. Los campos de hierba seca reciben semillas nuevas que nacen y nos entregan pipianes tiernitos, ayotes barrigones y chilotes como espadas amarillas. Mayo nos renace, nos regresa a la vida después de los sofocos de abril. Abril nos puede parecer muy cruel, pero no hay mayo sin abril, hay que morir un poco para renacer con más fuerza.
En abril pareciera que entregamos nuestro último aliento, pero en abril hemos sido más rebeldes de lo que jamás hemos sido en los últimos 30 años. Hemos sido como esos Cortés y Robles sofocados y sin hojas, pero llenos de flores. Abril ha sido nuestro mes caliente de siempre y hemos producido las miles y millones de semillas de rebeldía, libertad y dignidad que crecerán en los mayos húmedos que tenemos por delante.
Confío que mayo nos traerá la humedad suficiente en forma de unidad y dejemos claro que no queremos más que las hierbas sin fruto, las espinas y los troncos secos y retorcidos acaparen los campos fértiles de Nicaragua.
Mayo es esperanza y renacer y no nos podemos dar el lujo de dejar para los meses que siguen lo que hay que hacer ya. Noviembre luce incierto, pero si estamos juntos habremos hecho nuestra parte para enfrentar lo cierto y lo incierto. “… Es Nicaragua, no es cualquier basura. Somos nicaragüenses. Somos uno solo. Contra eso no podrán nunca jamás”, tal y como escribió Alvarito Conrado el día antes de que lo asesinaran por llevar agua a sedientos que protestaban en medio de un abril más ardiente que nunca.
Entones, Arturo, Cristiana, Félix, George, Juan Sebastián, Luis, María Eugenia, Medardo, Miguel y Noel, excelente que la amañada reforma electoral los haya unido para firmar un documento de rechazo, pero no olviden que Nicaragua renace cada mayo, las semillas estamos listas, pongan ustedes la humedad de la unión.
Este si te quedó bueno HDP! Felicidades.