Karol y Bradley, santos gigantes santísimos

Juan_Pablo_II

Intentaré ser serio en este visible momento de devoción. El próximo primero de mayo no sólo fue el Día Internacional del Trabajador, sino también el mundo católico presenció el arribo a la antesala del Olimpo Celestial a un nuevo santo: el  Papa Juan Pablo II de ahora en adelante, El Magno.

Según los estatutos de la Iglesia, la santidad no consiste en realizar empresas extraordinarias sino en lograr una comunión inalámbrica con Cristo y vivir acorde a sus misterios, pensamientos y comportamientos. Por estas razones Karol o El Papa viajero, será santificado para sorpresa de muchos de manera Express, gracias a la mano pachona  del Opus Dei que ejerce de facto su poder político en el Vaticano.

Pero según las normas, para que exista un Santo tiene que haber un milagro de por medio.  En el libreto del Opus Dei hay un milagro de curación a una monja con Parkinson y así otros casos de este tipo que justifican de sobra el ascenso de Karol al más alto honor. Sumado a su popularidad, admitamos que Karol se lo merece pues durante su pontificado beatificó y santificó a más de 1800 personas, una cifra sin precedentes en la institución de San Pedro y un trabajo abrumador que la fortaleció y la encaminó a una exitosa entrada en un nuevo milenio en la administración de la Fe.

Sin embargo, estos logros de Karol no mezclaron cebo con manteca e hicieron de oídos sordos para compadecer ante la justicia a una legión de religiosos acusados de pedrastreria y otros abusos sexuales, entre ellos, a una de las figuras de su confianza, Marcial Maciel, a quien protegió a capa y espada a pesar de las fehacientes evidencias de que era un tartufo de la aberración humana envuelto en la inocencia de su vejez y su sotana.

La Fe pone a Dios antes que todo y Dios sabrá agradecer esos favores, de tal modo que habría que decirlo: la milagrosa proeza que Karol realmente dio a la humanidad occidental fue su protagonismo en la derroca del bloque comunista soviético, minándolo poco a poco desde su natal Polonia.  

Por otro lado, a unos 4 mil 600 kilómetros del Vaticano, otro santo permanece en presión a la espera de un juicio marcial del que deberá defenderse contra un combo de 34 cargos por crímenes que le podría incluso valer la pena de muerte “por colaborar con el enemigo”, al menos es la voluntad inmediata de no muy pocos republicanos.

El Pentágono acusa al joven analista de inteligencia del Ejército de los Estados Unidos, Bradley Manning, de entregar a Wikileaks más de medio millón de documentos oficiales que incluyen datos secretos sobre las guerras en Irak y Afganistán, además videos comprometedores y miles de cables del Departamento de Estado, hecho que le valió protagonizar a Wikileaks la mayor filtración de documentos clasificados de todos los tiempos.

Ahora también es cada vez más un secreto a voces que el santo Bradley, trasferido entre bases militares de EEUU a la espera del juicio (hoy en Kansas), está siendo sujeto de torturas psicológicas, hecho que ha valido protestas de defensores de derechos humanos, incluyendo a algunos congresistas demócratas, la ONU y Amnistía Internacional, que insisten en verificar el estado del prisionero.

Karol y Bradley tienen proezas en común. Ambos han visto el capitalismo de Occidente tan pernicioso como el comunismo soviético y el fundamentalismo islámico. Ambos han sido agentes de resistencia y han robado información para darlo a conocer al mundo. Karol por ejemplo consiguió detalles de misiles alemanes que se estaban probando en la Segunda Guerra Mundial en Polonia y se los pasó a los ingleses. Bradley, por su parte, el paquete de información clasificada más grande de la historia y se lo pasó al australiano Julian Assange. 

Karol como miembro del Ejército de la Patria (Polonia), incitó a una actitud de resistencia nacional, Bradley actuando sobre su propio código moral y ético, ha puesto a la comunidad internacional, a la diplomacia, al gobierno de los Estados Unidos y al periodismo en un estado de debate sobre el derecho de acceso a la información pública.

Karol, el soldado de resistencia y uno de los personajes más influyentes del siglo XX,  ayudó a derrocar al nazismo y al comunismo y ha logrado su santidad. Bradley un don nadie que soñaba a sus 23 años con cambiar el mundo, se ha inmolado por su sentido estricto de la ética para dejar en evidencia el cinismo occidental. Ambos tendrán pronto la oportunidad de encontrarse en el Olimpo Celestial y cara a cara verificar sus credenciales de santos, gigantes y santísimos. Ya lo verán.