En defensa del Alfabeto de mi infancia

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La Real Academia de la Lengua Española y otros respetables del mundo de la lengua hablada y escrita se equivocan al cercenar de nuestro alfabeto letras con el propósito de homologar los teclados de las lenguas romances y de origen alemán. Es un error porque cada letra que quitan también eliminan los sonidos.

No suena igual, ni sonamos iguales los niños de aquellos años con los chicos de ahora, chancla cuando has aprendido la «ch» que sospecho fue removida por la asociación con el guerrillero argentino Ernesto «Ch» Guevara. Tampoco suena igual en las voces jóvenes decir Llano en Llamas. Por que nadie les ha dicho que se pronuncia «elle» y es más que una doble «L». Esta nueva generación no saben decir cigarro, ferrocarril. Por que la doble «rr» tiene una sonoridad distintiva de la cual carece la «r» común. (Continua en leer más)

Y el ataque a la «Y» o «i griega», es suponer que se puede decir «pallaso» o bien como dicen los chicos nacidos en lengua sajona «palaso». Con lo cual la academia creo otro problema, pues no es lo mismo golpear una persona con una pala; palazo. Y golpear con la pala un payaso.

Lo mismo deberían considerar los que quieren fusionar la «g» y la «j», verdades sean dichas no es lo mismo ni es igual; abrir un cajón que abrir un cagón.

Pero volviendo al tema; en mi pueblo El Viejo, hablamos distintos, pronunciamos LLuvia con ese deje de elle que nos quieren quitar. Decimos chavalo como si vamos a concluir con Ch Guevara. A todo lo zampamos la «z» porque era la forma de nuestros ancestros. En conclusión si La RAE quiere anglozinizarze o renunciar de una buena vez a su herencia latina y árabe, es un asunto que compete a los ibéricos de manera estricta. En ésta porción del mundo, nosotros (mi familia y yo) seguiremos hablando en la lengua de las madres de las madres de nuestras madres.

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