Nunca me he tatuado. En alguna medida por temor, por estigma o porque aún no creo ni he encontrado el ícono, la forma o el homenaje preciso para perpetuarlo en mi piel. Sin embargo, admiro ese arte, su formato, su portación y sus rituales.
Tengo muchos amigos que cargan uno, dos, tres o hasta han hecho en su cuerpo un archivo de las historias de su vida. “Este me lo hice cuando murió Mamá; este me lo hice cuando terminé la U; este me lo hice chavalo, cuando era vago; este me lo hice en la montaña; este me lo hice con mi novio, él tiene un dado con cerezas y yo otro en la parte baja del vientre que no te puedo enseñar”.
Llevo algunos meses recibiendo registros de tatuajes de un amigo via Facebook. He conocido personalmente su trabajo como dibujante cuando aún exploraba con lapiceros Bic sentado en el suelo de los pasillos de la universidad. Intenta convencerme que me tatúe con él, pero aún no lo logra. Me limito a verlo a la distancia; sin embargo, Juan Carlos Mendoza, conocido como Juan Macario, me va poco a poco convenciendo que será capaz de darle al tatuaje un estatus de devoción.
Discípulo aunque se encachimbe de la leyenda Dorian Serpa (AK-47) y su experiencia con el dibujo como miembro del programa Tacón de la escuela de arte de Managua La Espira/La Espora, Juan Macario evoluciona a paso firme con pasión y ternura.
Sus experimentos han mutado rápidamente desde corazoncitos, lunitas, frases, hasta repasar íconos de la vieja escuela con anclas, calaveras, trivales y kois; Juan Macario también ha reproducido las hermosas narrativas de Bansky y los diseños de Roberto Guillén, pero por supuesto, a quien convence logra placarle sus propios diseños.
Zancudo, telescopio y condones voladores es su visión de las cosas. El chavalo se atreve a afrontar esas metáforas que atraviesan los espacios imposibles, las situaciones absurdas, su reguero de pólvora y goma ojala que se cuide, donde está metiéndole candela a una prolífera carrera creativa. Creo que su versatilidad y ganas me está convenciendo a que me tatúe con él, no porque tenga algo que decir o eternizar algún trauma de mi vida, sencillamente sus diseños son geniales y quizas quisiera manchar mi piel con su locura. Felicidades, Juan, la estás partiendo!
a la orden compa!….
canayadaa!! :D