Amores de bolsas plásticas

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14 de febrero otra vez…bassssthhha!!! Las tiendas abarrotadas con corazones en papel maché, confetis de corazones, peluches con corazones, mantas con corazones, chocolates de corazones, minutos ilimitados por una hora, promociones dos por uno, floristerías con buen agosto, restaurantes hasta el copete, (taxis Express una vez al año) y moteles saturados de cervezas, condones y sudor.

Soy de Granada y las ordenanzas municipales –por eso de Granada como destino turístico– no permite a negocios ni grandes empresas bombardearnos con tanta publicidad esos días festivos en el que el mercadeo deja ir con todo el guev. Por eso este fin de semana, tomando un café en un centro comercial capitalino me impresioné de la agitación comercial y las preocupaciones enamoradas que surgen en busca del regalo perfecto.

Por allá una muchacha decidiéndose entra la camiseta azul o blanca; otro maje, arriesgándose en una bisutería; más acá, otro tipo, no queriendo arriesgarse, con la chavala para ponerle toda la tienda de muestrario; mientras ya otros paseaban por pasillos cargando con sus bolsas de arriba abajo… entonces algo pasó por mi cabeza… ¿Qué llevarán adentro?, pensaba; ¿Y dónde habrán aprendido la ciencia para de adquirir el regalo ideal?

En eso se me ocurrió… ¿Y qué tal si las llevasen vacías?, es decir, si tuviésemos la osadía de regalarnos sólo bolsas vacías y pudiésemos, sin más, poder explicar a nuestra pareja el motivo de nuestras intensiones. Me dio mucho alivio pensarlo porque si bien a primera mano podría sonar a un fiasco, aprobé la vialidad del hecho luego de recordar un caso similar en el que vi entregar uno de los regalos más tiernos de todos los tiempos…

Me refiero a esa escena en American Beauty, donde el disparado de Ricky en un ritual de declaración, le muestra a Jane uno de sus videos-aficionados favoritos: es una de las declaraciones de amor entre hombres y mujeres más bella de la historia, donde frente una bolsa plástica, Ricky le expone las fuerzas ocultas que que rigen el universo y la belleza tras de todo. La maje se queda con la tapa abierta, el corazón destapado y por supuesto con un encule agigantado.

Por eso, acá les dejo esa escena –versión gallega– para que vayan tomando algunas ideas de cómo poder ser creativos sin billetes y se vuelvan adeptos al culto de los amores de bolsas plásticas.