El otro día, mientras andaba reporteando por San José y a la vez viendo qué compraba barato en la avenida central que es una especie de Mercado Oriental, pero sin tramos, me llamó la atención ver que en las vías peatonales siempre hay policías a pie, en motocicletas o en patrullas estacionadas.
También hay ambulancias, enfermeros y camiones de bomberos entre el gentío que vende de todo: lotería, golosinas, verduras, frutas, ropas, cigarros, chucherías, cachivaches y más, todo a la orilla de las grandes tiendas y pues repito, es una especie de Mercado Oriental pero sin tramos.
Entonces, para no hacer largo el cuento, mientras le compraba dos churros de queso a unos venezolanos a 400 colones cada uno, fríos ya y con poca azúcar, un grupo de chavalos con pintas de rockeros, pero limpios, con una pancarta y un megáfono, empezaron a gritar consignas y leer un manifiesto en una plaza por el parque central.
Eran universitarios, lo que allá en Nicaragua los sapos de Masacrín llamarían “culitos rosados”; empezaban a hablar no se qué cosa por el 6 por ciento, o por el presupuesto universitario que supuestamente les quiere quitar el presidente Rodrigo Chaves, que se parece mucho al otro Chávez que ya lleva años sudando en los spa de Caifás.
Pues resulta que entre los transeúntes andaban algunos tipos como seguidores del tal Chaves que empezaron a decirles cosas a los chavalos y los chavalos les respondían y empezaron a acercarse peligrosamente, por lo que les dije a los venezolanos: “se va armar”, pero ya no me oyeron porque aprovecharon el relajo para irse sin darme el vuelto.
Entonces apareció una de esas situaciones que te digo que no vas a extrañar de Nicaragua: los policías.
Cuando los vi acercarse pensé en los talibanes de Daniel “El Masacrador de Niños” Ortega: “ahorita los patean, los culatean, los rafaguen con sus AK y bailan El Komandante Zekeda encima de sus cadáveres”, de modo que disimuladamente me ubiqué a la orilla de una tienda por si había que refugiarse y salvar el pellejo. Bacanalnica será el blog más maravilloso del universo, pero no paga nivel me-juego-el-pellejo.
Los policías, muy serios, pero muy relajados, hablaron con los empleados o admiradores de Chaves y los conminaron a echarse para atrás, mientras despejaban la vía para que los chavalos hicieran su protesta, que duró unos minutos y se fueron así, sin quemar llantas, sin hacer pintas, sin tirar morteros sin gritar “Sobaco peludo, te vas con el trompudo”.
Me dio ternurita, algo de nostalgia por los bellos momentos vividos en abril de 2018, me dije que a estos chavalos les falta calle, unos cursitos de botar chayopalos, un tallercito de poner un tranque exprés, una capacitación para lanzar globos, pegar stickers con lemas contra el dictador, perdón, contra el presidente, unas consignas más poéticas como “¿Cuál es la ruta? Que se vaya el hijueputa”…
Luego pensé que ya iban a ser las 12 y aun no había comprado nada barato y que pues, no estaba en Nicaragua sino en Nicaragua del Sur, sorry, en Costa Rica y tuve que irme reflexionando en estas cuatro cosas que cualquier nica no va extrañar en Costa Rica.
- Las Hilux de la muerte: aquí la policía también usa Toyota Hilux como patrullas, pero andan bien identificadas, no usan banderas del partido de gobierno ni fotos del presidente y no rafaguean a nadie desde ellas.
- Los CPSsapos: aquí cada gobierno tiene sus seguidores, sus fans y sus detractores. Los ticos son bien críticos de sus gobiernos, pero también de la prensa local y los actores políticos, pero lo hacen usualmente de manera civilizada, aunque en las redes sociales se desahoguen tóxicamente, pero no tienen nada que ver con las estructuras CPS y sapos y menos paramilitares mimados de la Vieja Arrimada. Me imaginé que hubiera pasado si estos chavalos hubieran enfrentado a turbas como las de Managua: ya estuvieran bien pijeados en El Chipote o embolsados en Medicina Legal. Tristemente.
- Los Coyotes de Tránsito: si bien ando a pie, en bus o al raid en las calles de San José, he visto que a diferencia de Managua, en San José la policía de tránsito no está escondida detrás de una valla o de un palito en alguna curva o avenida de señales dudosas, sino bien visible en algunos puestos donde precisamente hay señales dudosas de tránsito o atrasos por obras públicas. En el mes y pico que llevo aquí no los he visto haciendo redadas de motos, ni saltando casi sobre los carros para decirte que “mordiste la raya continua” o a la media cuadra después de un semáforo en mal estado “pidiendo para la gaseosa”.
- Los discursos venenosos de la Vieja Arrimada: el otro día mientras comía en una soda (que así le llaman aquí a las comiderías de medio pelo), la señora me dio el control remoto para que pusiera el canal que quisiera y tras hacer un zapping, me detuve en un canal de noticias y lo dejé ahí con una sensación de hastío: “¿A qué hora sale la vieja asecínica a hablar pajas?”, pero nel, terminó el noticiero y los anuncios y siguió la programación normal. Es otro asunto: no hay canales repitiendo al mediodía discursos de odios desde el poder, no se ven cadenas de TV transmitiendo disparates de Chaves y uno puede almorzar en paz sin oír la voz cancerígena y maligna de la Chamuca.
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